Hasta un 80% de las madres se sienten tristes o irascibles en los quince días que siguen al parto, probablemente debido a los cambios hormonales que están sufriendo, aunque también al cansancio, los nervios y la falta de sueño que acarrea la nueva situación.
Esta tristeza post-parto se inicia a los tres o cuatro días y no dura más de un par de semanas, durante los que la madre puede presentar bruscos cambios de humor con irritabilidad y llanto fácil, pérdida de apetito, dificultad para concentrarse, falta de energía, ansiedad y, a veces, insomnio.
Si no ha sido advertida o informada sobre la tristeza post-parto, puedes sorprenderte de no sentirte feliz o tan contenta como esperabas con el deseado nacimiento de su hijo y llegar incluso a pensar que no es una buena madre; pero un poco de reposo y apoyo suele bastar para superar sin problemas ese periodo, especialmente si se tiene en cuenta que es algo normal y transitorio.
Otra cosa distinta es la depresión post-parto, que afecta alrededor de un 15% de las madres y en la que esos mismos síntomas se hacen tan intensos y prolongados que les resulta muy difícil cuidar de su hijo y de ellas mismas, pierden ilusión por la vida y, en los casos más graves, pueden llegar a tener ideas agresivas o suicidas.
La auténtica depresión puede iniciarse varios meses después del parto, pero lo más habitual es que lo haga a partir de las dos o tres semanas; y aunque rarísimas veces se prolonga más de seis meses, es una enfermedad tan real como la artrosis o la diabetes. Es evidente que requiere atención médica, de modo que si una madre tiene síntomas durante más de quince días o son muy intensos, debe solicitar ayuda médica.