La toxoplasmosis es una enfermedad infecciosa ocasionada por un parásito, que puede atravesar la barrera placentaria y afectar al feto, provocando graves problemas cerebrales.
Y la principal forma de contraer esta infección es a través del consumo de carnes cruda, además de frutas y verduras. Por lo que es importante cocinar bien los alimentos y lavarlos adecuadamente durante todo el embarazo.
La manera más común de contraer esta infección parásita es a partir del contacto de excrementos de gato o al comer carnes crudas o poco cocidas contaminadas con el parásito. Otras fuentes de infección son la leche cruda de cabra, los huevos crudos o vegetales en los que haya defecado algún animal infectado y que luego no se hayan limpiado cuidadosamente con lejía.
Los síntomas, si se manifiestan, suelen ser parecidos a los de la gripe. A pesar que la infección en forma activa se presenta una única vez en la vida, normalmente, el parásito permanece dentro del cuerpo por tiempo indefinido. Por lo general no produce malestar y se mantiene inactivo a menos que el sistema inmune del portador no funcione correctamente.
Si desarrollas la inmunidad a la infección por toxoplasmosis entre seis y nueve meses antes de quedar embarazada, es muy dificil transmitir la infección a tu bebé.
En cambio, si contraes toxoplasmosis en el embarazo por primera vez, existe un 40% de probabilidades de que transmita la infección al feto. Asimismo, el riesgo y la gravedad de la infección del bebé también dependen del momento en que la madre contrae la infección.
Cuando la madre contrae la infección durante el primer trimestre del embarazo, el 15% de los fetos también se infecta, en comparación con el 30% durante el segundo trimestre y el 65% durante el tercero. De todos modos, cuanto más cerca del comienzo del embarazo ocurre la infección, más grave son las consecuencias para el feto.
Si bien hasta el 90% de los bebés infectados parecen normales en el momento de nacer, entre el 80% y el 90% desarrollan infecciones oculares importantes meses o años más tarde. Algunos presentan pérdidas de la audición, hidrocefalia, retraso mental, problemas de aprendizaje o ataques de apoplejía. La toxoplasmosis contraída durante el embarazo también puede provocar un aborto espontáneo o la muerte del feto.