Solo un 5% de los bebés nacen en la fecha calculada, lo que significa que el resto o bien se adelantan o bien se retrasan. Cuando el parto se retrasa la mamá suele comenzar a ponerse nerviosa, por las ganas de tener consigo al bebé y porque el agotamiento físico es cada vez es mayor, pero es importante conservar la calma: el bebé nacerá cuando esté preparado.
Hay algunos casos en los que conviene inducir el parto, pero si el bebé está seguro y la madre también, simplemente hay que esperar. Será tu ginecologo quien te informe de si debes hacer algo o no.
¿Sabes por qué se retrasa el parto?
Lo primero que hay que tener en cuenta es que la fecha de parto siempre es estimada. Se calcula sumando un par de semanas a la fecha de la última regla pero, especialmente en mujeres de ciclos irregulares, no tiene por qué coincidir exactamente con el momento de la fecundación.
Más allá de eso, hay casos en los que el bebé no esta preparado para salir a las 40 semanas, porque cada desarrollo es único. Una colocación dificultosa del bebé también suele posponer la fecha de parto, así como el tener antecedentes personales o familiares.
Por otro lado, la placenta tiene una vida limitada. A medida que pasan los meses va cambiando, y es quien indica al bebé que es hora de salir, porque ya no se está tan bien dentro. Tu médico realizará los controles pertinentes una vez que salgas de cuentas para comprobar que el bebé no corre ningún riesgo (en caso contrario se inducirá el parto).
Hay pequeñas cosas que pueden favorecer el parto, por ejemplo todo lo que produce contracciones uterinas: un orgasmo, beber chocolate caliente o tomar comida picante. También se recomienda no tomar mucho pescado azul una vez que se ha salido de cuentas (durante el resto del embarazo por contra es fundamental), ya que puede desequilibrar la producción de las hormonas necesarias para iniciar el parto.