Una de las preguntas más frecuentes entre las mujeres es acerca del legrado; que es, para qué se realiza y cómo se hace. Se trata de una técnica que emplean los ginecólogos que consiste en realizar un raspado de las paredes del útero para extraer una capa de mucosa llamada endometrio.
Esta pequeña intervención cuenta con varias finalidades además de la anteriormente citada. Con un legrado se puede diagnosticar un cáncer de útero, pueden tratarse las menstruaciones abundantes o los periodos menstruales irregulares, tratar los miomas y pólipos endometriales, extraer el contenido del útero tras un aborto espontáneo, realizar abortos provocados, colocar el DIU o realizar análisis para la prevención del cáncer de endometrio precoz entre otras.
¿Cómo se realiza un legrado?
Para realizar el legrado el ginecólogo introduce unos pequeños cilindros metálicos mediante el cuello uterino o cérvix. Los cilindros se vuelven más anchos, consiguiendo agrandar el cérvix hasta que se consigue el tamaño necesario para poder realizar la intervención, llamada curetaje.
Se introduce una varilla con un mango que el especialista puede asir desde fuera y en su extremo (en el interior) cuenta con una pequeña protuberancia que sirve para raspar la superficie de la cavidad uterina, permitiendo la extracción del endometrio, el cual es sacado poco a poco a través del cuello uterino.
Uno de los adelantos actuales es que en esa protuberancia o pequeña asa, va incorporada una cámara, lo que facilita el trabajo al ginecólogo, haciendo que la intervención sea rápida, efectiva y sin complicaciones. Otro de los adelantos es que esa pequeña asa puede calentarse rápidamente, permitiendo cauterizar posibles heridas, evitando el sangrado y haciendo que esta clase de intervención dure apenas unos 15 minutos, sin provocarle molestias a la mujer y mejorando su estado, que en definitiva es lo importante.