La placenta es un órgano que existe únicamente durante el embarazo, ya que se crea a partir de las mismas células del feto (proveniente del óvulo y el espermatozoide) y permite el suministro de oxígeno y nutrientes al futuro bebé, a la vez que lo protege de determinadas infecciones.
Tiene forma de torta (de hecho placenta significa torta en latín) y se crea entre la semana 2 de embarazo y el cuarto mes, aunque sufre pequeñas modificaciones hasta el final de la gestación.
Una vez que se da a luz se expulsa, ya que la placenta sólo es necesaria durante los meses de embarazo.
¿Quieres saber más sobre la importancia de la placenta en el embarazo?
La placenta tiene múltiples funciones, la más importante, probablemente, sea la conectar el sistema circulatorio de la madre y del bebé. Así, se aporta el oxígeno y los nutrientes necesarios para el crecimiento del bebé. Al mismo tiempo, el feto pasa el dióxido de carbono y los deshechos al torrente sanguíneo de la madre, que a través de pulmones y riñones, se deshace de ellos.
Además, la placenta protege al embrión de infecciones y sustancias nocivas, manteniéndolo parcialmente a salvo de los elementos externos. Y digo parcialmente, porque hay virus y sustancias que sí pueden atravesar la placenta, es el caso por ejemplo de virus como el de la viruela o de tóxicos como las drogas (por eso hay que tener tanto cuidado con los medicamentos durante el embarazo).
La placenta también se encarga de producir determinadas hormonas esenciales para el embarazo, como pueden ser la gonadotropina coriónica, los estrógenos o la progesterona.
Cuando la placenta no se forma o no crece de forma normal, el embarazo puede interrumpirse (o en todo caso está en riesgo de que eso ocurra). Algunas complicaciones frecuentes, especialmente durante el segundo trimestre, son el desprendimiento de placenta, la placenta previa o la placenta baja.