Meterse en el agua de la playa o de la piscina es una de las actividades favoritas de los niños, por la que suspiran en cuanto comienza a hacer calor (allá por marzo). A nosotros nos encanta verles pasarlo bien, pero no siempre tenemos ganas de pasarnos tres horas en remojo. Sea como sea, siempre hay que tener un ojo en ellos mientras se bañan, porque un descuido, por breve que sea, puede resultar fatal.
Pero más allá de este tipo de accidentes, los niños también son más propensos a coger infecciones en la piscina. ¿Qué precauciones tomar?
Sin duda, bañarse en el mar o en la piscina trae numerosas ventajas para los más pequeños. A nivel de felicidad, por supuesto, pero también físicas, ya que nadar ejercita los músculos, y mejora la coordinación y el sistema circulatorio.
Pero si vas a la piscina, conviene ponerte en guardia frente a otitis, conjuntivitis, y hongos, ante las que los niños son más vulnerables por no tener sus sistema inmunológico totalmente desarrollado. Conviene usar gafas de buceo, zapatillas y tapones para los oídos. En la playa, evita que ande descalzo sobre la zona de duchas, ya que es donde proliferan los hongos.
Además, otro riesgo durante el baño son las contusiones y torceduras, y por supuesto, el ahogamiento. Para evitar accidentes, sigue las siguientes precauciones:
- Si los niños tienen menos de 4 o 5 años conviene estar siempre a su lado, aunque sepan nadar.
- Enséñales a cumplir las normas de seguridad (hacer caso de los socorristas, atender las señales de las banderas, no tirarse de cabeza sin comprobar antes la profundidad…). Si no actúa responsablemente, no debe bañarse nunca solo.
- Usad flotadores que eviten que el niño caiga boca abajo.
- No le dejes bañarse hasta dos horas después de una comida copiosa.
- Si tenemos piscina en casa hay que extremar las precauciones. Una barrera de seguridad es indispensable, y una alarma que avise cuando algo cae al agua, muy recomendable.