Si auto-recetarse es malo, decidir por tu cuenta y riesgo que le conviene a tu hijo enfermo puede tener consecuencias mucho peores. Y es que, según un estudio australiano perfectamente extrapolable, el 48% de las intoxicaciones en niños son a causa de un uso indebido de fármacos sin receta -y no me refiero a que el niño vea un paquete con pastillas y decida probarlas, sino a que los propios padres decidan cuántas aspirinas debe tomar para el resfríado-.
Tendemos a pensar que los medicamentos que se venden sin receta son inocuos, pero los niños tienen unas necesidades distintas a los adultos y es importante tenerlo en cuenta para no poner en juego su salud.
En el estudio se examinaron las reacciones de padres y cuidadores ante situaciones como que el niño presente una temperatura alta y se muestre irritado, pero siga jugando, comiendo y bebiendo con normalidad. En dicha situación, y a pesar de que la temperatura del niño fuera inferior a 38 grados, el 55% decidió darles medicamentos para bajar la fiebre -a pesar de que se deben reservar para la fiebre alta-. Y lo que es más, el 15% lo decidió sin ni siquiera ponerle el termómetro.
Los niños que tienen mayor riesgo de intoxicación son los menores de tres años, ya que su cuerpo tiene necesidades muy distintas a las nuestras y es necesario conocer a la perfección la dosis recomendada para niños de esa edad y en qué circunstancias debemos medicarles. Tampoco hay que olvidar que hay medicamentos que no son recomendables para los más pequeños.
Cada vez es más frecuente caer en la sobremedicación de los niños, olvidando que los síntomas tienen una razón de ser, y que para aliviar al pequeño no siempre es necesario recurrir a los fármacos. Lo más grave es que no sólo se le medica cuando no es necesario, sino que además no se respetan las dosis, cuando un niño necesita mucha menor cantidad para que el medicamento haga efecto.
Antes de administrarle un fármaco a un niño, pregúntale todas tus dudas al pediatra para asegurarte de que lo haces bien.