Asimismo, no sólo se percataron de que las niñas eran las máximas beneficiarias de la leche materna con respecto a los niños, sino que aquellas que eran alimentadas a través de leche envasada presentaban un mayor riesgo (ocho veces más posibilidades) de sufrir infecciones respiratorias. No obstante, los científicos quisieron dejar claro que si bien la lactancia materna no evita la aparición de enfermedades, sí ayuda a superarlas más fácilmente.
Para llegar a ello, analizaron durante la duración de su estudio la reacción de las niñas ante una primera infección tras su nacimiento. Así, comprobaron que las niñas alimentadas con leche materna eran menos propicias a ser hospitalizadas por una infección respiratoria. De esta forma, sólo dos de 31 niñas alimentadas por sus madres requirieron la hospitalización por la infección, frente a 12 de 24 niñas alimentadas con leche preparada.
Sin embargo, en el caso de los niños, estas diferencias no se constataron, puesto que ambos grupos de bebés presentaron el mismo porcentaje de hospitalización ante una infección respiratoria. Por ello, los investigadores precisaron que el próximo paso es conocer cómo funciona exactamente este mecanismo contra los virus y porqué no se activa de la misma forma en los niños.