Los ictus han aumentado considerablemente entre las embarazadas en los últimos años. Así, entre 1994 y 2007, los accidentes cerebrovasculares aumentaron un 47% entre mujeres embarazadas y un 83% entre mujeres que habían dado a luz recientemente, según un estudio realizado con población estadounidense.
Este aumento se debe, probablemente, a la mayor presencia de factores de riesgo durante el embarazo, como pueden ser la obesidad, la diabetes o la hipertensión. Aunque las tasas siguen siendo bajas (0’22 ingresos por cada 1000 partos), conviene tenerlo en cuenta para tratar de minimizar los factores de riesgo, ya que el aumento sí es significativo.
Un ictus es una enfermedad cerebrovascular que afecta a los vasos sanguíneos que suministran sangre al cerebro. Se produce cuando alguno de esos vasos sanguíneos se rompe o tapona, cortando el suministro de oxígeno al cerebro. Las consecuencias pueden ser fatales.
Algunos de los cambios que se producen en el cuerpo de la mujer durante el embarazo (aumento del volumen sanguíneo, sobrecarga cardíaca, cambios en la tensión arterial) pueden aumentar el riesgo de ictus en mujeres que ya tenían otros factores de riesgo como obesidad o hipertensión.
Aunque en España las tasas de ictus entre mujeres gestantes son más bajas, estos datos nos muestran la importancia de controlar el peso y la tensión arterial, antes, durante y tras el embarazo.
Vía: El Mundo