El refujo gastroesofágico de los bebés es algo que preocupa a muchos papás, que ven como el pequeño está incómodo y vomita gran parte de lo que come, pero en la gran mayoría de los casos no tiene consecuencias para su salud.
De hecho, casi la mitad de los lactantes presenta reflujo y esto se debe a que su sistema digestivo aún está en formación, y la parte del esófago que permite el paso de los alimentos al estómago carece de la fuerza suficiente para mantenerse cerrado.
Esto se suele solucionar por sí mismo entre los 6 y los 12 meses de edad, y es muy infrecuente que siga sufriendo reflujo tras cumplir el año. Pero aunque no hay razones para la alarma, si es conveniente saber qué podemos hacer para evitarle sus molestos síntomas al bebé.
El reflujo se caracteriza por vómitos persistentes, por lo que puede repercutir negativamente en la talla del bebé al impedirle alimentarse adecuadamente. Sin embargo, y salvo en casos patológicos, no es necesario someterle a ningún tratamiento (aunque siempre debe ser el médico el que nos indique esta cuestión).
Para evitar el molesto reflujo, puedes hacer lo siguiente:
- Mantener al bebé en posición vertical tras las comidas, para dificultar el retorno de alimentos. Evita también moverlo demasiado.
- Ofrécele menores cantidades de comida en cada toma, pero con mayor frecuencia (el bebé debe ser alimentado cada 3/4 horas).
- Si el niño ya toma papillas, prepararlas un poco más espesas, ya que esto dificulta su retorno al esófago.
- Vístelo con ropa holgada que no le apriete el estómago.
- Al cambiar los pañales, no pongas al bebé completamente horizontal. Puedes mantenerlo ligeramente inclinado utilizando un almohadón en su espalda.
- También es aconsejable que el bebé duerma ligeramente inclinado. Intenta acostumbrarlo a dormir de lado para evitar que se pueda ahogar con su vómito.
- El orificio ideal de la mamila es aquel que cuando se voltea el biberón permite un goteo continuo de la leche y no un chorrito. Si el orificio es muy grande el bebé comerá con rapidez, ingerirá mucho aire y su digestión será difícil, con muchos eructos.
Aunque en general el reflujo no reviste gravedad, siempre es conveniente mantener informado al pediatra sobre la evolución de los síntomas y pedirle consejo sobre cualquier duda que se tenga sobre el tema.
Además, hay casos en los que es imprescindible acudir al médico. Si el reflujo se prolonga mucho más allá de los 6 meses y si el lactante:
- Llora a menudo y muestra carácter irritable.
- Rechaza los alimentos o se llena rápidamente.
- No aumenta de peso y talla conforme a lo esperado.
- Sufre problemas respiratorios como tos recurrente o se ahoga.
- Genera sonido similar a un silbido cuando respira.
- Manifiesa molestias en la garganta y pecho al extender excesivamente el cuello y mover hacia atrás la cabeza.
En estos casos, es posible que el reflujo haya dañado esófago y garganta, o esté impidiendo una correcta alimentación.
¿Tu bebé tuvo reflujo? ¿Cómo lo aliviabas?
Vía: Salud y Medicinas