Los paseos son muy aconsejables para la madre y para el bebé. La llegada del recién nacido supone para la mujer un giro de 180 grados en su vida. Después de dar a luz, la madre adquiere una serie de rutinas, entre ellas el paseo, que le pueden ayudar a recuperarse del embarazo y de las molestias del postparto.
Durante el paseo, la madre disfruta del bebé, toma el aire y se relajarse, mejorar la circulación de las piernas y eliminar la retención de líquidos que acumula durante los meses de gestación.
El recién nacido puede empezar a salir a partir de la segunda semana de vida, aproximadamente. La calle ayuda al bebé a adaptarse a los cambios de temperatura y a regularlos.
Conviene dar todos los días un paseo, también cuando hace frío o incluso llueve. Siempre hay un rato de temperatura aceptable para el bebé. Basta con abrigarse adecuadamente y proteger su cochecito o silla.
El contacto con el exterior también favorece el desarrollo de sus sentidos. Los sonidos de la calle estimulan su capacidad auditiva y el bebé aprende a distinguir caras nuevas, perfeccionando su agudeza visual.
En general, el cuidado de los bebés prematuros es igual que el de los bebés nacidos a término. Salir a pasear con ellos no supone ningún problema. Sólo hay que vigilar más de cerca su temperatura corporal, ya que les cuesta más regularla. Un truco para hacerlo es comprobar con una mano que sus mejillas están tibias, pero sin sudor.
Al igual que con la madre, el padre también puede dedicar el momento del paseo a su hijo. Este hecho favorece el contacto entre ellos.