Los casos de diabetes gestacional en el embarazo han aumentado en los últimos años debido a la obesidad juvenil, llegando a afectar al 8,6 por ciento de las mujeres gestantes.
El problema de la diabetes y el embarazo es que hay que abordarlo médicamente y controlarlo ya que, de no ser hacerlo, tiene consecuencias en la salud de la madre y del bebé.
La realidad es que puede tener consecuencias para el bebé a pesar de que la madre no desarrolle ningún síntoma, de ahí la importancia de hacerse las pruebas pertinentes para detectarla.
La diabetes gestacional cuando no es controlada provoca que los bebés pesen más de los normal al nacer, hay mayor frecuencia de cesáreas, y un discreto aumento de malformaciones congénitas que dependerán también del nivel de gravedad de la diabetes.
Además, los hijos son proclives a desarrollar diabetes y obesidad en la adolescencia o vida adulta y las madres tienen un alto riesgo de padecer diabetes a largo plazo.
La diabetes gestante sólo puede ser detectada a través de una prueba que se realiza de manera sistemática y rutinaria en todas las mujeres embarazadas durante el segundo trimestre y a través de una sobrecarga oral de glucosa.
En algunos casos se descubre que la mujer ya era diabética antes del embarazo pero que, de no realizarse la prueba, la enfermedad hubiera pasado desapercibida. Aunque lo habitual es que sólo la diabetes gestacional.
En el caso de las mujeres que sufren diabetes gestacional sólo un 15% desarrollará después una diabetes leve o una pequeña alteración. El resto, tras el embarazo, no sufrirá ninguna alteración, lo cual no quiere decir que en unos años no puedan desarrollar la enfermedad.