A partir de los 12 meses, tu hijo debería ir acostumbrándose a dormir solo. No sólo es positivo para tu descanso y el de tu pareja, si no que también es necesario para el desarrollo intelectual del niño. Es normal que los niños no quieran dormir solos, porque hacerlo con sus padres les da un plus de cariño y seguridad. Como es lógico se sienten mucho más protegidos con sus padres, pero por su bien debería acostumbrarse a una mayor independencia. Te damos unos pequeños consejos para que la separación no resulte tan «traumática».
- En el momento en que los padres tomen la decisión de hacer que su hijo duerma en otra habitación, ambos deben ser firmes y consecuentes con esta medida para que funcione. Si el niño os ve vacilar a alguno de los dos, lo aprovechará y se saldrá con la suya.
- Si haces que su habitación sea un lugar atractivo para él tienes muchos puntos ganados. Decórala con cosas que le gusten, sus dibujos preferidos, sus juguetes… Si se siente cómodo en su cuarto el cambio resultará mucho más fácil.
- Si sigue despertándose por la noche y apareciendo en tu habitación, mantente firme. Llévalo a la de vuelta a su cuarto cuando esto ocurra. Y si se te mete en la cama mientras duermes y no te enteras, puedes colocar una campanilla en la puerta de su habitación para que te despierte cada vez que salga, o bloquear tu puerta con algo que haga ruido de manera que pueda abrir la puerta si le pasa algo, pero que os despierte cada vez que entre.
- Anímale cada vez que duerma solo. Hazle ver lo orgullosos que os sentís de que se porte como un niño «grande», con abrazos y palabras de elogio a su nueva «madurez».
- Si no conseguís que nada de esto funcione, buscad ayuda en un profesional, él puede descubrir las causas concretas del caso, y buscarle una solución.