Contar historias y cuentos como parte del ritual del sueño es una de las costumbres más antiguas en todas las sociedades, y una de las formas más eficaces a la hora de ayudar al niño a conciliar mejor el sueño. Conviene iniciar el hábito de contarle cuentos al acostarlo desde los primeros meses de vida del bebé para que empiece a asociarlo con la rutina previa al sueño.
Al principio, podemos enseñarle libros con imágenes que capten el interés del pequeño, pero para inducirlo al sueño lo mejor es usar exclusivamente la palabra, pues los dibujos le distraen. A los niños les encanta que inventemos historias para ellos.
El objetivo principal del cuento es transmitir seguridad y confianza, al tiempo que favorecemos una entrada en el sueño más relajante y agradable. Por ello es importante adecuar el relato a la edad del niño y evitar las expresiones que no entienda, pues difícilmente algo que no entiende puede darle seguridad.
A la hora de elegir el tema del cuento, lo ideal es que el adulto varíe el contenido del cuento que elija y lo adapte a los gustos del niño, sin olvidar que la finalidad del relato es relajar y darle seguridad. Aunque el final sea feliz, una narración con situaciones estresantes puede favorecer la aparición de pesadillas. Hay que evitar los contenidos que inducen a una gran actividad o personajes que provoquen miedo.
Puesto que el objetivo de contarle un cuento de buenas noches es relajar al pequeño, debemos emplear un tono bajo, sin sobre saltos, cada vez más monótono y relajado.