Lo ideal es que la temperatura de casa esté a 20-22 grados durante el día y a 18-20 grados durante la noche. Y es que para los más pequeños una temperatura inadecuada hace que tu bebé no esté cómodo y además aumenta el riesgo de contraer algún virus que se relaciona con las infecciones propias del invierno, como un catarro.
Es muy importante prestar atención a la temperatura tanto del ambiente como de tu peque, ya que los bebés muy pequeños no son capaces de mantener su temperatura corporal por eso es fundamental abrigarlos y procurar así que la temperatura en casa no baje de los 20 grados.
A medida que pase el tiempo y tu bebé crezca podrá mantener su propia temperatura corporal pero no debemos bajar la guardia.
Tampoco es recomendable pasarse con el calor porque el ambiente se vuelve seco y eso afecta a las mucosas de bebé resecando su boca y su nariz y favorece que su piel se irrite y también hace que sea más vulnerable a los catarros.
Para saber si el bebé está a buena temperatura no debes fiarte de sus manos o pies porque los peques suelen tener las manos y pies fríos las primeras semanas de vida. Es más fiable tocarle un brazo o una pierna. Y recuerda que si el pequeño suda es que tiene calor y lo mejor es quitarle un ratito algo de ropa para que sude.