El bebé está preparado para la primera papilla a partir de los 5 o 6 meses de edad, y se trata de un momento muy importante en su desarrollo, pero que tampoco hay que forzar.
Y es que es normal que al principio cueste que el bebé acepte los diferentes alimentos, pero como se le sigue alimentando con leche materna, está perfectamente nutrido; ten en cuenta que durante los siguientes meses se deben compaginar ambas alimentaciones (la leche y las papillas).
Otra cosa es que el proceso de aceptación de las primeras papillas lleve varias semanas, pues eso colocaría al pequeño en situación de desventaja nutricional. En ese caso deberías consultarlo con el pediatra y ver qué te recomienda.
En todo caso, lo habitual es que a los 6 meses el pequeño ya esté preparado para sus primeras papillas, así que debes ofrecérselas , empezando por papillas de un solo sabor: frutas o alguna verdura como la zanahoria o el calabacín. Yendo alimento a alimento educamos su paladar y también nos facilita el averiguar si algo no le sienta muy bien.
Cuando le des de comer las primeras veces, asegúrate de que siga todo el proceso para que entienda qué es lo que está haciendo. Así, haz ruido con la cuchara cuando cojas la papilla, y sitúala a la altura de los ojos antes de llevársela a la boca. Es normal que ponga una cara rara cada vez que le presentas un nuevo sabor, eso no quiere decir que no le guste, simplemente se está acostumbrando. En principio introducir un alimento nuevo lleva 2 o 3 días.
Al cabo de un par de meses podemos sumar a las papillas de frutas y hortalizas las de carne (empezando por el pollo, y en cantidades muy pequeñitas), y a los 10 meses, introducir los pescados, hasta ir abarcando una dieta variada. ¡Y recuerda que nunca debes añadir a mayores sal ni azúcar, pues debe habituarse a comer los alimentos sin enmascarar su sabor!
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