Muchas veces habrás escuchado que los tacones son peligrosos durante el embarazo, porque lo que es posible que los primeros meses (después resulta tan incómodo que ni te lo plantearás) te preguntes: tacones, ¿sí o no?
Los tacones por sí mismos no son peligrosos para el bebé, pues no le afectan de ninguna manera. Eso sí, los tacones altos multiplican el riesgo de caídas, y por eso se recomienda muchas veces evitarlos. Además, durante la gestación, aumentan los niveles de la hormona relaxina, que produce un «ablandamiento» de músculos y ligamentos, lo que puede favorecer torceduras de tobillo y esguinces.
Otra cosa es si te afectan a ti, y ahí la respuesta es diferente. Los tacones siempre perjudican tu salud, pero durante el embarazo más. ¿Por qué? Básicamente porque a medida que el embarazo avanza, la tripa crece y aumenta su peso, lo que hace que el centro de gravedad del cuerpo se desplace hacia delante. Si a eso le sumamos los tacones, la espalda tiene que hacer mucha más fuerza para mantener el cuerpo recto, por lo que es probable que acabes con dolores de espalda.
Por otro lado, las articulaciones representan una presión adicional en las articulaciones, y favorecen la inflamación de tobillos e hinchazón general.
Es por eso que es muy extraño ver a una embarazada de más de 4 meses con tacones altos. La solución para las ocasiones en las que desees ir más elegante, es optar por zapatos de tacón bajo, y que ofrezcan apoyo a todo el pie, o si no, elegir unos zapatos planos pero chulos, que cada vez hay más.
Si te sientes lo suficientemente cómoda para optar por los tacones altos, no le pasará nada a tu bebé. Eso sí, asegúrate de que mantienes perfectamente el equilibrio, y de no ir con ellos por terrenos irregulares, ya que debes evitar a toda costa el riesgo de caídas.