Una de cada diez españolas ha obtenido su embarazo gracias a un tratamiento de fertilidad, a pesar de esto, un informe de la OCU revela que los tratamientos de fertilidad tienen un alto coste psicológico, físico, ecónomico y laboral.
Y es que la mayoría de las mujeres que se someten a tratamiento reconocen que la experiencia es dura, y la espera entre diagnósticos estresante. Además, una de cada cuatro eligieron centro privado -en España hay mayor oferta en centros privados que públicos- y el porcentaje de éxito también fue mayor en los centros privados (58% frente al 32%).
¿Quieres saber cuales son las principales opciones de tratamiento ante un problema de fertilidad?
Las opciones de tratamiento son diversas y será tu ginecólogo quien te indicará cual es la más apropiada para vosotros. Lo ideal es comenzar con las opciones más simples y, si eso no funciona, pasar a técnicas complejas como puede ser la fecundación in vitro.
1. Fármacos para la fertilidad
Son adecuados para tratar un problema hormonal -en mujeres u hombres- ya que pueden lograr que el sistema reproductivo funcione con normalidad. Son compatibles con otros tipos de tratamiento.
Son utilizados cuando el esperma necesita ayuda para encontrarse con el óvulo, con el objetivo de colocar una dosis concentrada en el útero que facilite el proceso.
Se puede hacer controlando los momentos de máxima fertilidad de la mujer o incluso estimulando suavemente la ovulación. Es preciso hacerlo bajo control ginecológico para evitar el riesgo de embarazo múltiple.
3. Cirugía
Se emplea en casos de trompas de Falopio obstruidas, endometriosis, fibromas, defectos genéticos o quistes ováricos. En la actualidad existe un tipo de cirugía poco agresiva, que se práctica mediante laparoscopio. Sin embargo, la cirugia sólo se puede emplear cuando se sospecha claramente que el origen de la infertilidad está en un problema fisiológico de este tipo.
4. Tecnología reproductiva asistida
Cuando otros tratamientos no dan resultado se puede recurrir a técnicas de alta tecnología como la fecundación in vitro o la inyección introcitosplámica de esperma.
En la fecundación in vitro, se combinan los óvulos y espermatozoides en laboratorio, implementando los embriones resultantes en el útero de la mujer.
La inyección introcitosplámica de esperma es muy similar, con la diferencia de que los espermatozoides se inyectan directamente en los óvulos (mientras que en la fecundación in vitro simplemente se colocan cerca para que entren por ellos mismos).
El porcentaje de éxito de ambos es de alrededor del 30%.
Cada vez es más habitual usar óvulos de donantes en caso de agotamiento ovárico u otros problemas semejantes. En este caso la tasa de éxito asciende al 50%.