A partir del año, tu bebé va a vivir un cambio fundamental en su alimentación para su aprendizaje vital. Los biberones, las papillas y los purés irán dejando paso a la comida «de los mayores». El paso a los alimentos sólidos es un proceso en el que el bebé necesitará práctica, y los padres mucha paciencia.
La adaptación a los nuevos alimentos debe ser gradual, no intentes que coma de todo en 5 días, ni en dos semanas. Es toda una carrera de fondo. Lo ideal es ir introduciendo alimentos e ir reduciendo las papillas y los biberones. El objetivo es conseguir que al año y medio nuestro peque coma con normalidad lo que se cocina para los demás de la casa.
La tarea más importante a la que se enfrenta el bebé es a aprender a masticar, si le sentamos con nosotros, seguro que querrá hacer lo mismo que nos ve hacer y chupar o mordisquear lo mismo que nosotros comemos.
Tenemos que ser insistentes pero no se trata de forzar al niño, sino de volver a ofrecer una y otra vez los alimentos a los que ha hecho asco. Hay que evitar triturarle toda la comida, por nuestra comodidad y metérselo en la boca a presión. Hay que darle tiempo al bebé a que aprenda a comer y tener mucha paciencia, porque lo normal es que este proceso lleve su tiempo y esté lleno de dificultades.
Un consejo! Ponle las cosas fáciles a tu bebé. Para que dé este paso con alegría y para ello es fundamental hacerle atractivo este cambio, como por ejemplo con una vajilla que le guste, en un ambiente familiar agradable y distendido para que se convierta en algo placentero.