La bronquiolitis es una enfermedad infecciosa del aparato respiratorio, causada por el virus respiratorio sincitial, que afecta principalmente a los lactantes y bebés menores de seis meses. Los momentos álgidos de la enfermedad es entre otoño y primavera.
Esta enfermedad se puede prevenir de 3 maneras:
- Evitar el consumo de tabaco durante el embarazo
- Favorecer la lactancia materna natural
- Mantener una higiene y limpieza de las manos (ya que se transmite mediante la saliva)
La higiene es clave en la prevención de ahí que sea importante lavarse las manos antes de tocar al bebé en periodos epidémicos. La higiene del entorno también es importante por eso debe utilizar pañuelos desechables, lavar bien todos los enseres, taparse al estornudar, utilizar material de higiene específico distinto al de los mayores, ventilar la casa y limpiar a fondo los juguetes.
Para los bebés más vulnerables existe un tratamiento preventivo que se administra sólo a través del ámbito hospitalario, que incrementa las defensas, por lo que, en ese caso, es necesario mantener las indicaciones del médico.
La bronquilitis suele comenzar como un catarro de vías respiratorias altas, con rinitis y estornudos, que suele complicarse cuando se percibe que el bebé respira con dificultad o fatiga y a veces se oyen pitos (sibilancias).
Dado que la causa principal es un virus, el tratamiento es sintomático y los antibióticos no son útiles, pero hay una serie de cosas que podemos hacer para que el peque se encuentre mejor:
- Mantener un ambiente con un nivel de humedad adecuado y ofrecer al niño agua de forma regular, por ejemplo con los humidificadores.
- Mantenerlo semiincorporado boca arriba.
- Limpiar sus fosas nasales con los sacamocos.
- Si hay fiebre tratar de bajarla con remedios naturales o con antitérmicos bajo control médico.
- Mantener el ambiente libre de humos.
La bronquiolitis aparece cuando hay una complicación que pasa de vías altas a vías bajas, y afecta a los bronquiolos, ya que se produce una edema y esto dificulta la respiración. Los síntomas que pueden llegar a agravarse comienzan a las 48 ó 72 horas del comienzo proceso que se está complicando, y son las sibilancias, apneas transitorias, y dificultad para comer o beber, algo que precisa un servicio de urgencias.
Esta enfermedad puede durar entre siete y 32 días, aunque la media de duración son habitualmente 15 días.
El riesgo mayor está en los bebés prematuros, con enfermedades congénitas y respiratorias, por lo que se han de extremar los cuidados, y destacó que la bronquiolitis puede dejar predispuesto al niño a padecer asma y cuadros con sibilancias.