La espirulina es una microalga de color verde azulado que suele tomarse como complemento alimenticio debido a su gran cantidad de aportes para nuestro organismo. Actualmente hay una gran controversia sobre el consumo de la espirulina en embarazadas o mujeres en periodo de lactancia, pero no sobre el propio producto en sí sino de dónde viene.
Se han dado casos de que esta microalga estaba cultivada en zonas contaminadas por metales pesados como el mercurio, pero es algo que está muy controlado. Se debe buscar una marca de confianza o consultar al médico para que nos recomiende, de lo contrario la mujer podría arriesgarse a tener diarreas, náuseas, vómitos e incluso problemas hepáticos.
Entre los beneficios encontramos grandes índices de calcio (más que en la soja y que en la leche fresca), más proteínas, betacaroteno, hierro y más vitamina B12. También es recomendable para los niños, con lo que se regula su deficiencia nutricional y les aporta gran parte de la energía que necesitan para mantenerse activos durante todo el día y además se trata de proteína vegetal, que no tiene nada que ver con la de los alimentos de origen animal.
A pesar de los beneficios que aporta la espirulina, hay algunas personas en las que ésta puede tener diversos contraindicaciones como sed y estreñimiento, para lo que hay que tomar al menos medio litro de agua más para ayudar a una mejor absorción de la espirulina.
También pueden presentarse cuadros de picazón o erupciones en la piel, mareos, dolor de estómago, fenilcetonuria, hipertiroidismo y fiebres, por lo que ante cualquier síntoma hay que dejar de tomarla y consultar al médico.
En los casos más graves hay que tener mucho cuidado con la interacción de la espirulina con algunos medicamentos como pueden ser los inmunosupresores, que incluso podrían aumentar los síntomas de algunas enfermedades autoinmunes como escleroris múltiple, artritis reumatoide, lupus, etc.