El verano puede ser algo conflictivo a la hora de alimentar correctamente a nuestro bebé. Las altas temperaturas propias de la estación y las alteraciones en la rutina diaria pueden tener como consecuencia una considerable pérdida de apetito de nuestro hijo. No hay por qué preocuparse, es normal que en esta época del año el organismo necesite menos aporte calórico para mantener una temperatura corporal constante, y esto simplemente se traduce en la pérdida del apetito.
Al variar las necesidades orgánicas del bebé, es recomendable cambiar los alimentos que consumen y adaptarlos a estas nuevas necesidades, aunque es importante no forzarlos a comer y tratar de respetar sus propios ritmos para regularse. Si nuestro bebé es aún lactante, habrá que alimentarlo con más frecuencia ya que es la única forma que tendremos de hidratarlo. Si ya consume alimentos sólidos, habrá que proporcionarles aquellos más adecuados y que pueden favorecer a que su dieta diaria contenga todos los nutrientes necesarios para su organismo y que puedan servir como prevención a ciertos problemas que suelen venir asociados con el calor (deshidratación, vómitos, diarreas…).
En estos meses hay que prepararles alimentos sanos, que contengan un alto contenido de nutrientes y de agua. Las papillas de fruta o en trozos pequeños que puedan chupar y las cremas de verduras tibias son platos ligeros, frescos y además hidratan. Si se opta por cocinar las verduras, estas deben ser preferentemente al vapor o al horno y si se utiliza alguna grasa, el aceite de oliva es el indicado. Así mismo, no hay que dejar de lado los hidratos de carbono como el arroz, la pasta y los cereales, estos alimentos se pueden acompañar con pollo que les aportará las proteínas necesarias en una completa alimentación.
Los bebés también agradecerán los alimentos frescos como el yogurt, zumos de frutas naturales, batidos y queso fresco, no como sustitutivos de comidas pero si como complemento de las mismas.