La piel de los bebés tiene unas características diferentes a la de los adultos. Ésta es mucho más fina siendo más propensa a irritaciones o infecciones, por lo que la tolerancia o la resistencia a las agresiones externas son mucho menores.
Algo tan normalizado como la exposición al sol es actualmente considerada como uno de los principales factores de riesgo que puede ocasionarle numerosos problemas. Si bien es cierto que ésta favorece la circulación sanguínea, es coadyuvante de la síntesis de la vitamina D y ayuda a resolver ciertas disfunciones cutáneas, siempre hay que extremar las precauciones porque una sobreexposición puede ocasionarle numerosos problemas cutáneos, quemaduras y erosiones.
Se recomienda esperar a los 4 o 6 meses antes de largas exposiciones a la luz solar. De todos modos siempre se deben mantener unos hábitos de cuidado diarios por cuanto son éstos los que le ayudarán a mantener una piel sana y cuidada y le reportarán numerosos beneficios saludables.
1. Aplicar siempre y 30 minutos antes de la exposición solar crema con un factor de protección elevado, sobre todo al comienzo del verano puesto que los primeros rayos de sol son los más peligrosos. Éste varía sustancialmente en función de la tonalidad de piel del pequeño y los niños con piel más pálida precisan de un filtro solar más alto que los que tienen una dermis más oscura.
2. Hidratar la piel después del baño con lociones o cremas especiales.
3. Mantener una higiene cutánea diaria con productos adecuados a los pequeños de la casa, esto es que carezcan de detergentes y que además de limpiar su piel la hidraten.
4. Evitar la exposición al sol durante las horas centrales del día, desde las 12 del mediodía hasta las 5 de la tarde.
5. Por último, trata siempre de ponerle gorra y gafas de sol, solo de esta manera podrás mantener la bicapa lípídica en perfectas condiciones.