A lo largo del embarazo se recomiendan por lo menos tres ecografías, siempre a criterio del médico. Generalmente, el primer estudio se realiza entre la semana 8º y la 12º posterior a la primera falta.
La ecografía transvaginal puede detectar no solo el embarazo, sino también los latidos del corazón a partir de la sexta semana, siempre contando a partir del primer día de la última menstruación. La segunda ecografía se recomienda semana 18 y 20, y una tercera entre la semana 34 y 36. Si bien se suponen estudios inocuos para el bebé y su madre, su utilidad estará dada por la necesidad del médico de verificar el estado del embarazo.
Es importante que la madre sepa para qué sirve cada ecografía y que estudios puede brindar. En el caso de la primer exploración, nos informará si el embrión se ha implantado correctamente en la matriz descartando así un embarazo ectópico. Nos permite verificar su ritmo cardíaco y datar la gestación. Además, midiendo al embrión desde la coronilla a las nalgas, dará una fecha aproximada de parto con un error de entre tres a seis días. Pasada la semana 20, esta medición no es posible realizarla debido a que el feto al crecer y tener menos espacio en el útero, comienza a arquear su espalda. Asimismo puede detectar problemas o dificultades de gestación y si es un embarazo único o múltiple.
La ecografía es un método de diagnóstico por imágenes basado en la utilización de ondas sonoras y la posterior captación del eco que se produce al rebotar la misma en los diferentes órganos y tejidos del cuerpo humano. Es una técnica similar a la del radar, aplicado a los órganos blandos del cuerpo. Consiste en la emisión de ondas sonoras de altas frecuencia no audibles para el oído humano que al chocar contra los tejidos recibe ecos, los cuales son procesados y transformados electrónicamente en una imagen que reproduce el área o los órganos en estudio.
La posibilidad de visualizar uno o más órganos, así como algunos aspectos de su funcionamiento lo convierte en uno de los métodos diagnósticos más utilizados en la actualidad. Es un procedimiento no invasivo que, sin emitir ningún tipo de radiación ni provocar dolor, permite visualizar órganos y sistemas. Se usa extensamente en el estudio de órganos y estructuras blandas, movimiento fetal, de las válvulas del corazón, medidas de órganos y de los embriones.
En la mujer embarazada permite la observación muy temprana del huevo, pocos días después de su implantación. A lo largo del embarazo la formación de los órganos del bebé puede ser cuidadosamente seguida, y brindar a los padres seguridad de cómo esta formándose el feto.