Una excesiva exposición al sol podría provocar que el bebé sufra un golpe de sol. Los síntomas son una sensación de aturdimiento, debilidad, fiebre y náuseas. Normalmente esto puede resolverse después de media o una hora, llevando al niño a la sombra y poniéndole una toalla empapada en agua fría en las muñecas y en la frente. Haz que beba agua y sal a temperatura ambiente .
En caso de que los síntomas perduren debes consultar al pediatra.
Y recuerda que al menos los primeros seis meses, es mejor que tengas al bebé siempre en la sombra en la playa. Después, poco a poco puedes ir exponiéndolo al sol, siempre con una camisetita de algodón (evita siempre los materiales sintéticos) durante los primeros días y un gorro.
Acuérdate de protegerlo siempre del sol con crema protectora y evita las horas de mayor radiación solar.