Generalmente, después de la toma los bebés expulsan el aire que han tragado al succionar, pero hay niños a los que les cuesta más. Por eso, es conveniente ayudar al bebé a eructar después de cada comida.
- Al acabar la toma no hay que tumbarle enseguida. Se sentirá mejor si le tenemos un rato erguido, sin moverlo mucho, y le damos unas palmaditas suaves en la espalda.
- Si sufre muchos gases, conviene ponerle a eructar en mitad de la toma.
- A veces, el bebé puede regurgitar un podo de leche con el eructo. No tiene importancia, es normal.