A lo largo del verano y con la subida de temperaturas, es normal que te surjan ciertas dudas sobre el calor y sus posibles efectos en el embarazo. Puedes ponerte al sol sin miedo (aunque sí con precaución) a que el calor influya negativamente sobre tu embarazo.
La temperatura interna está regulada por mecanismos que no reciben la influencia de la exposición al sol. En consecuencia, el niño no siente más o menos calor. De la misma manera que los rayos solares no pueden penetrar tan profundamente como para perjudicarle.
No obstante, esto no significa que durante el embarazo puedas tomar el sol como un lagarto.
De hecho, el calor favorece la vasodilatación y tiende a bajar la presión, que normalmente en una mujer embarazada, ya es más baja de lo normal. También la pérdida de líquidos a través de la sudoración, produce este efecto. Por lo tanto, existe un riegso de sufrir un desvanecimiento.
Por este motivo, lo más sensato es tomar el sol y exponerse al calor «con cabeza». Así por ejemplo se deben evitar las horas centrales del día. Es muy recomendable para prevenir desvanecimientos, caminar con frecuencia por la orilla del mar, con las piernas sumergidas en el agua.
También es muy recomendable beber muchos líquidos, comer fruta y verduras para reponer las sales minerales y aderezar los alimentos con un poco de pimienta o pimentón.
El pimentón y la pimienta son dos especies que elevan la temperatura interna del organismo, de manera que se advierte menos temperatura externa. Por consiguiente, no sólo se siente menos calor, sino que disminuye la vasodilatación y, por lo tanto, la presión también baja menos.