Es frecuente sufrir anemia durante el embarazo, pero tranquila en tus manos está que quede en nada, o que ni aparezca, si sigues una buena alimentación. No es extraño que muchas mujeres antes del embarazo estén ya un poco anémicas debido a la pérdida de sangre durante la mestruación y a una dieta incorrecta o incompleta. Por eso lo ideal es reforzar el organismo con una alimentación equilibrada y recurrir a la ayuda de un médico antes de quedarte embarazada.
La anemia es un trastorno que se caracteriza por la disminución de los glóbulos rojos, que son los encargados de repartir el oxígeno que respiramos a todos los tejidos a través de la sangre. Durante el embarazo aumenta el volumen de sangre, pero no lo hacen en la misma proporción los glóbulos rojos.
Este tipo de anemia que los médicos denominan anemia fisiológica o anemia natural del embarazo, no es preocupante siempre que la concentración de hemoglobina, una sustancia que contienen los glóbulos rojos, esté por encima de 10 g/dl (lo normal es 12-14 g/dl).
En la inmensa mayoría de los casos, este tipo de anemia debilita a la madre, pero no provoca problemas de desnutrición en el bebé. No obstante, si la anemia es muy severa, puede incrementar el riesgo de parto prematuro y de bajo peso del bebé al nacer.
Más del 75% de las anemias se deben a una alimentación incompleta con déficit de hierro. Este mineral es esencial para producir hemoglobina. Otras anemias, la llamada anemias megaloblásticas se deben a un déficit de ácido fólico y vitamina B12.
Lo normal es que tu médico detecte la anemia en los controles que te hace periódicamente. No obstante, si te ves muy pálida, tienes palpitaciones, se te va la cabeza o te sientes muy débil y te quedas sin aliento cuando haces algún esfuerzo, consúltalo con tu médico.